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lunes, 15 de septiembre de 2025

Odeon

 


Odeon

Autores: Leone Frollo, Renzo Barbieri, Nicola del Principe, Tacconi  y otros

Año: 1977 y de 1981 a 1990 +o-

Editorial: Ediciones Actuales y ED Zinco

IDI: ESP

 

Una de kiosco recordando otros tiempos con unas portadas que prometían noches turbias de misterio y sexo. Una colección que comenzó a ser publicada en 1977 por Ediciones Actuales, que editó los primeros seis números, y tras un parón de cuatro años  siguió siendo publicada en 1981 por Ediciones Zinco, manteniendo la numeración y el formato por si acaso  la revista era como una caja de resonancias italianas para el  lector español que gustaba de historias completas y relatos paródicos periódicos donde la sexualidad era explorada con descaro e ironía más que un adorno, la materia prima.

Los personajes que pueblan Odeon son hijos del fumetto italiano, son arquetipos hiperbólicos, heroínas nocturnas, vampiras modernas y varones que oscilan entre el depredador caricaturesco y el seductor trágico. Sagas como Lando, Yra la Vampira, Naga la Maga, Vibora Rubia, Playcolt, El Trompa, Lardoso, Tarsan, La Mosquetera, Misteria… eso sí que es un pastel y pastiche de misterio de diversidad sin nata que montar entre tanto disgusto.

Algunos títulos y personajes se convirtieron en culto mostrando cuerpos femeninos exagerados, rostros expresivos y una economía narrativa basada en el deseo y la transgresión. Mientras que por otra parte destacan al principio las historias militares con un dibujo austero y cerrado divulgando historias documentales de la Segunda Guerra Mundial,  últimos días de Hiltler ilustrado por Tacconi, y de otros encuentros y personajes históricos.

Odeon fue  un vehículo para aprovechar el material procedente de agencias y editoriales italianas especializadas en fumetto adulto. Eso explica la estética de línea intensa y  barroca y la tendencia a serializar personajes dentro de relatos autosuficientes. En Odeon la sexualidad funcionaba como motor dramático y también como espectáculo, muchas páginas exhibían el cuerpo de la mujer mostrando anatomías idealizadas, planos reiterativos, y planos de labios o pechos que el guion celebra y la viñeta exalta. La mujer poderosa y protagonista convive con la mujer-objeto, y la revista utiliza este erotismo como una fórmula para escapar y provocar al lector empedernido.

Curiosamente cada entrega presentaba entre 6 y 8 historias completas y diversas entre 68 y 100 páginas, a un precio asequible, que podía ser una joya gráfica o un despropósito apresurado. Esa irregularidad fue, curiosamente, parte de su encanto y cumplía su función de entretener y rezar, entre la liberación y la cosificación propias de una época que hoy en día se estudia en las universidades y reclama tanto al mirón como al coleccionista, y para quienes quieran entender cómo se pensó el deseo en viñetas, ésta es lectura obligada y hasta incómoda.

 

Enlace selección: 1-3, 60-64, Extras

https://mega.nz/file/4uAmxB4L#tVYwYtBlRpJ--gAMltmTxLTNFHYGOxbKy4XvE9PCp5I

 

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domingo, 7 de septiembre de 2025

Groupies


Groupies

Guion: Helen Mullane

Dibujo: Tula Lotay

Color: Dee Cunniffe

Año: 2024

Editorial: Comixology Originals

IDI: ESP

Descubrimos el cómic Groupies  un universo de rock bañado en horror. La historia comienza en una noche salvaje en el Fox Club, donde las chicas más guapas y alocadas de Sunset Strip conocen a una banda emergente llamada The Moon Show, recién fichada por Asmodeus Records y la velada termina con chispas en el aire y una atmósfera inundada de promesas siniestras y  presencias ocultas. En la segunda entrega la historia se adentra más en personajes como Vera, cuya lucha interna de celos hacia la líder Lisa y la desaparición de una compañera llamada Amina amplían la tensión narrativa, revelando capas de misterio, rivalidad y poder emocional.

Debemos destacar  el espectacular arte que se puede describir como un sueño de drogas con slasher entre Halloween y Viernes 13 que se presenta como una pieza perturbadora y fascinante que mezcla horror sobrenatural, psicodelia setentera y la crudeza del rock & roll. A través del trazo envolvente de Tula Lotay y los colores vibrantes de Dee Cunniffe, la obra nos arrastra a un universo donde el brillo del rock se funde con el peligro, y donde las jóvenes groupies, ansiosas de notoriedad y experiencias extremas, se convierten en las protagonistas absolutas de un viaje tan seductor como destructivo. Mullane, en lugar de tratarlas como adornos secundarios, decide otorgarles voz, perspectivas múltiples y una dimensión psicológica que las aleja del simple estereotipo. Lo que en otros relatos habría sido un escenario masculino donde las chicas orbitan alrededor de la banda, aquí se transforma en un retrato coral de deseo, poder y vulnerabilidad.

El fenómeno de las groupies hunde sus raíces en la cultura juvenil de los años sesenta, cuando la euforia de la contracultura, la liberación sexual y el ascenso del rock como religión laica dieron origen a una nueva forma de fanatismo. Eran jóvenes que no solo seguían a las bandas por devoción musical, sino que buscaban una fusión casi mística con sus ídolos. En un contexto donde el sexo dejaba de ser tabú y se reivindicaba como expresión de libertad, muchas groupies vieron en las giras, camerinos y fiestas una vía de acceso a un mundo donde lo prohibido se volvía posible. Nombres como Pamela Des Barres, Bebe Buell o Cynthia Plaster Caster pasaron a la historia no solo como acompañantes de estrellas, sino como cronistas y protagonistas de un estilo de vida donde la frontera entre admiración, deseo y autodestrucción se desdibujaba cada noche.

En los setenta, la figura de la groupie se convirtió en mito y escándalo a partes iguales. El periodismo sensacionalista las presentaba como símbolos de decadencia, mientras que desde dentro de la escena musical eran vistas como parte del ecosistema inevitable de la fama. Muchas ejercían un poder real, influyendo en tendencias, alimentando leyendas y forjando la estética de una época. Sin embargo, también había un reverso oscuro de explotación, desigualdad de poder y dependencia emocional que siempre acababa en tragedia.

El cómic de Mullane juega con esta dualidad y lo lleva a un terreno sobrenatural donde el rock es un pacto con el diablo y las groupies so0n las intermediarias de energías ocultas que utilizan el sexo como ritual de invocación. La historia logra capturar la sensación de que lo que estaba en juego en aquellos años iba más allá de la música y era una experiencia espiritual donde los cuerpos se volvían territorios de culto oculto.

Hoy el fenómeno de las groupies se presenta de manera distinta. La industria musical ha cambiado, y con ella las dinámicas. Ahora las redes sociales permiten un contacto directo entre artistas y fans, lo que diluye la idea de un grupo reducido de seguidoras que viven físicamente en torno a una banda. El término “groupie” incluso carga con un peso negativo, asociado a estigmas de superficialidad o sumisión. Sin embargo, el espíritu de la devoción absoluta, del deseo de estar cerca de los ídolos hasta fundirse con ellos, sigue existiendo, aunque transformado en comunidades online, fandoms globales y experiencias digitales que reemplazan las antiguas giras interminables y los camerinos cerrados.

La obra nos recuerda que aquellas chicas no eran meros apéndices de los músicos, sino participantes de un fenómeno histórico donde la música, la sexualidad y la necesidad de trascender se entrelazaban. Al mismo tiempo, plantea una reflexión sobre lo que ha cambiado y lo que permanece, el deseo de pertenecer a algo más y el precio que se paga perdiendo la propia identidad.

Además, el símbolo que cuelga de la palabra 'Groupies' en la portada es el glifo astrológico de Plutón. En astrología y esoterismo, Plutón se asocia con la transformación, el poder oculto, la destrucción y la regeneración. También está relacionado con lo subterráneo, lo prohibido y lo que renace después de la muerte.

En este caso la mujer con el símbolo viste con un aire místico y contracultural, en sintonía con la estética psicodélica y oscura del cómic.


Enlace

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lunes, 18 de agosto de 2025

Humor A TOPE

 



Humor A TOPE

Autores: Alfonso Font, Pat Mallet, Serre, Manel, Edika, Gotlib y otros

Años: de 1982 a 1992 aprox

Editorial: Norma

Revista satírica y erótica de 44 números

IDI: ESP

Lo dice la primera editorial, con una chica desnuda de Pepe González, estamos en el mejor de los mundos posibles y cada mañana al levantarnos observamos la realidad que nos rodea y todo da tanta pena que nos ponemos a reír para no llorar.

Así presentamos una revista especial que arrancó siendo publicada por M. Díaz con el título CACHONDEO A TOPE y tras tres números publicados la colección pasó a ser publicada por Norma que mantendría la numeración pero cambió la cabecera por HUMOR A TOPE, en cualquier caso siempre a TOPE con el humor del sexo unos cuadernos con páginas interiores impresas en color y B/N por un precio asequible inicial de 175 ptas.

La historia de Humor a Tope no puede entenderse sin recordar la idea de mezclar sátira, erotismo y un humor descarnado. Tras unos pocos números, y quizá consciente de que necesitaba un aire más atrevido y reconocible, Norma rebautizó la cabecera como Humor A TOPE, un título directo, casi un grito, que parecía anunciar a voces la desvergüenza y la vocación de reírse de todo, empezando por las convenciones del sexo. El primer número reunió a figuras de distinto destino, desde el francés Pat Mallet, maestro del chiste gráfico rápido y punzante, hasta las páginas fotográficas eróticas conocidas como Foto-Coña, un experimento híbrido entre el desnudo ligero y la parodia, que dejaba claro que la revista no iba a tener complejos.

Pronto se sumaron nombres que serían clave no sólo para la revista, sino para el cómic erótico-humorístico de la España liberada. Alfonso Font, con su trazo elegante y su capacidad de combinar la aventura con el guiño irónico, aportaba un tono casi sofisticado frente a la crudeza de otros. Jordi Bernet, curtido en la tradición de la historieta popular, demostró que podía moverse con la misma soltura en el terreno del erotismo descarado. Del otro lado de los Pirineos llegaron autores como Serre, capaz de un humor gráfico corrosivo, heredero de la tradición satírica francesa, y dos gigantes de la irreverencia como Edika y Gotlib. Edika, con su humor absurdo, sexual y delirante, aportaba un aire de libertinaje caótico mientras que Gotlib, fundador de L’Écho des Savanes, era prácticamente un símbolo del cómic adulto europeo, y su presencia en la revista dotaba a la publicación de un prestigio innegable. Incluso JAN apareció en sus páginas, mostrando que podía alejarse de la historieta infantil-juvenil para explorar un humor más gamberro y descarado.

Lo que distinguió a Humor A TOPE fue precisamente esa mezcla entre el humor gráfico tradicional y la experimentación erótica, entre el underground y la sátira del gran público. Su acogida fue irregular, como suele suceder con las publicaciones que se arriesgan, para algunos lectores jóvenes de la época se convirtió en una ventana de libertad, donde el sexo se desmitificaba entre carcajadas pero para otros, quedaba en el terreno de lo vulgar o lo excesivo.

Lo más interesante, con la perspectiva del tiempo, es cómo la publicación ilustró la relación entre sexo y humor. La risa se convirtió en un vehículo para exorcizar décadas de represión moral y censura, y el erotismo servía para poner en cuestión no sólo la rigidez sexual heredada del franquismo, sino también las nuevas modas y libertades que se desplegaban en los bares, en el cine y en la música de la época. El sexo no buscaba tanto excitar como ridiculizar, exagerar, desnudar la hipocresía colectiva. Con el paso de los años se aprecia que cumplió una función cultural muy concreta al abrir un espacio de risa liberadora en un país que venía de décadas de censura, demostrando que el Sexo a Tope podía ser tanto materia de deseo como de parodia.

Enlace Humor a Tope (1al 5)

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sábado, 9 de agosto de 2025

La actriz y el obispo

 



La actriz y el obispo

 

Autor: Brian Bolland

Año: 2024

Editorial: Diábolo Ediciones

IDI: ESP

 

Presentamos una recopilación de un gran autor que muestra su acción en este enredo que empezó como una ilustración y acabó como un gran proyecto que nos llama la atención en la luna de Valencia. En un barrio de la Inglaterra de posguerra, viven una actriz  voluptuosa que parece una estrella de cine mudo, y un obispo de porte impecable, gafas redondas y un alma tan candorosa como su vestimenta negra. Aunque el término ‘actriz’ en ese contexto sea un eufemismo para palabras mayores, entre ambos no hay escándalo, sino un curioso equilibrio doméstico que ella llevó con lozanía y él con el timón muy erecto. En realidad son un antiguo sacerdote y una trabajadora sexual que han dejado atrás su acción pero siguen vistiendo su condición. Él, hombre de fe, lleva su vida con un decoro meticuloso; ella, mujer de mundo, conserva un aire picaresco y un pasado indecoroso que se intuye más interesante que cualquier sermón.

El argumento, en esencia, no es tanto una historia lineal como una sucesión de viñetas costumbristas cargadas de ironía. La actriz recibe visitas misteriosas, se enfrenta a chismes de vecindario y desliza comentarios que obligan al obispo a contener gestos y palabras para mantener la compostura. Él, por su parte, intenta proteger su dignidad clerical mientras sortea situaciones que rozan el malentendido sexual. El placer de la lectura no está en la sino en las expresiones, los silencios y las miradas que Bolland dibuja con una precisión fotográfica y que redacta en una prosa poética que rima sin falta de ética

Brian Bolland, nacido en 1951 en Butterwick, Lincolnshire, es uno de los grandes perfeccionistas del cómic británico. Formado en la Birmingham Polytechnic, se dio a conocer en la revista 2000 AD, donde su trazo meticuloso y su sentido del detalle lo convirtieron en ilustrador de referencia de Judge Dredd. En Estados Unidos alcanzó estatus de leyenda con Camelot y sobre todo con ‘Batman: The Killing Joke’ (1988), escrita por Alan Moore. Si en esos trabajos su dibujo era preciso y dramático, en ‘La actriz y el obispo’ Bolland despliega la sátira ligera y el humor británico que mezcla con picardía.

El cómic parece beber del espíritu de la prensa ilustrada de mediados del siglo XX, cuando los ingleses hacían chistes insinuantes sin necesidad de mostrar nada explícito. La actriz, con su aire de femme fatale de barrio, y el obispo, con su torpeza digna de un caballero victoriano, se mueven en un mundo donde cada gesto puede leerse como un doble sentido. El trazo de Bolland es limpio, elegante y milimétrico, convirtiendo cada viñeta en un pequeño estudio de personaje.

Sin duda una ocasión de satirizar el estamento eclesiástico con pecadora del antiguo testamento de una forma elegante y que se puede resumir con la cita de la introducción que expresa deducción:

‘En septiembre de 1936 le compré a mi esposa una plancha eléctrica nueva. Ella la usa cada día y nunca se ha averiado.’

 

Enlace cómic

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lunes, 28 de julio de 2025

Vacaciones de Verano

 



Vacaciones de Verano

Dibujo: Kenny Ruiz

Color: Mazi

Año: 2007

Editorial: Eros Comix (número 72, 73 y 76)

IDI: ESP

 

Estamos en las vaca, vacaciones en el mar y cuando se revisa la obra de Kenny Ruiz, resulta inevitable asociarlo con aventuras gráficas de gran aliento, como ‘El cazador de rayos’ o la evocadora ‘Telémaco’, donde el autor despliega un trazo preciso y dinámico, heredero del manga japonés pero profundamente arraigado en la narrativa europea y la escuela Joso. Sin embargo, entre sus incursiones más introvertidas por pervertidas y divertidas se encuentra ‘Vacaciones de verano’, publicada bajo el sello de Eros Comix, una editorial especializada en cómic erótico.

A primera vista, podría parecer un desvío menor en la carrera de un autor centrado en la épica y la fantasía. Pero en realidad es una obra que revela otra faceta del mismo lenguaje visual como el dominio del cuerpo, del ritmo, del encuadre expresivo y de la narrativa del deseo.

Aquí, Ruiz se despoja de los ropajes simbólicos del héroe o del mito y opta por una historia mucho más mundana, directa y cercana. Lejos de caer en el erotismo simplón o funcional, el cómic presenta personajes reconocibles y escenas cargadas de humor y complicidad, donde la sensualidad es tan importante como la estructura del relato. Lo explícito no sustituye a lo narrativo, se articula con él, pero lo crudo domina el panorama ajetreado de lo diabólicamente sexual para mostrar sin tapujos lo que no está escrito más allá del sexo oral.

El trazo de línea clara con reminiscencias shōnen japonés mantiene su fluidez natural, su energía vital, y la puesta en escena es ágil, con viñetas que respiran y salpican en medio del acto sexual. Si en ‘Telémaco’ sorprendía por su forma de abordar el mito desde el corazón del adolescente, aquí en ‘Vacaciones de verano’ se atreve a tratar el sexo desde la sinceridad del juego, sin solemnidades innecesarias.

No es fácil hacer un cómic erótico que funcione y Ruiz lo logra porque no olvida que el erotismo no nace solo del desnudo, sino del contexto, del gesto y de la mirada. En ese sentido puede leerse como una miniatura dentro de su corpus artístico, como una viñeta traviesa en medio de un mural épico. Pero como toda miniatura bien realizada, revela el pulso firme del artista y la amplitud de sus intereses. Una historia como esta habla una vez más de su valentía creativa, su amor por el lenguaje del cómic en todas sus formas pervertidas, y su voluntad de narrar sin prejuicios.



Enlace cómic

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sábado, 19 de julio de 2025

viernes, 4 de julio de 2025

El Extraño Doctor Mazsovitch

 



El Extraño Doctor Mazsovitch

Dibujo: Bruno Coq (COQ)

Escenario: Tina

Año: 1999

Editorial: Dynamite

IDI: ESP

 

El lector que se atreva a abrir las páginas de ’L’Étrange Docteur Mazsovitch‘ no hallará ciencia, sino pura alquimia del cuerpo y la voluntad. Entre collares de cuero, catres acolchados y jeringas enormes como símbolos fálicos, Bruno Coq nos arrastra sin anestesia a un territorio donde la moral se evapora, la autoridad se erotiza y el placer duele.

El protagonista, el Doctor Mazsovitch, no es un médico común, es un domador de carne que usa la ciencia como excusa para explorar la pulsión del dominio absoluto sobre la feminidad. Sus experimentos son castigos, sus pacientes, sumisas disfrazadas de voluntarias, y su laboratorio, una mazmorra donde todo está permitido

Bruno Coq, sobretodo no confundir con confundirse con Luis García Gallo pues ambos comparten el mismo alias Coq pero son autores diferentes,  nuestro Coq es nacido en Francia y permaneció activo en la escena del cómic erótico entre 1986 y 2003. Coq comenzó en revistas como Rebels y Bédé X, donde desarrolló un estilo áspero pero controlado, con figuras de gran carga sexual, siempre en tensión entre lo grotesco y lo estilizado. Obras como Le Directeur, La Secrétaire o Punitions pour Bella Postic fueron refinando su universo poblado de empleadas obedientes, sirvientas devotas, médicas convertidas en esclavas, y un eterno juego de poder que gira, cambia y se restablece con cada página.

A principios de los 2000, antes de su primera retirada, firma ‘L’Étrange Docteur Mazsovitch’, posiblemente su obra más depurada en cuanto a narración visual y fetichismo temático. Su narrativa es una carrera sexual desmadrada hasta la escena final de orgía sin fin. Las viñetas se rompen como los culos de las protagonistas que gozan por ‘vasus nefandus’ ante la perversión de los vicios.

Se retiró del cómic en 2003, dedicándose a la pintura y la música, aunque regresó en 2009 bajo el seudónimo Pitek con obras como ‘Poupée’ y ‘Vices & Novices’ (esta última obra también disponible en este mismo blog… antes de conocer que Coq y Pitek eran el mismo  autor).

La narrativa de Coq no necesita globos de diálogo extensos ya que los cuerpos hablan, suplican, se tensan, se abren, se inmovilizan. Sus rostros de grandes ojos, expresivos y exagerados, transmiten tanto la sumisión como el placer culpable. El trazo no busca belleza idealizada, sino verdad erótica sin filtros, aunque esté hipercodificada en los símbolos del BDSM: correas, corsés, máscaras, botas, camillas, varas, pezoneras, cinturones de castidad, sueros deformantes.

En Mazsovitch, el doctor manipula no solo cuerpos, sino roles. La asistente puede convertirse en conejilla, la paciente, en carcelera, y el sabio en esclavo de su propio deseo. Esa inversión de papeles es clave en la lógica sadomasoquista donde el poder se ejerce, se exagera y luego se subvierte y todo para mayor goce narrativo y visual.

Uno de los rasgos más perturbadores y genuinos  del cómic sadomasoquista según Coq es su ausencia total de juicio moral. En Mazsovitch, nadie sufre sin placer. Los castigos son placenteros, las inmovilizaciones voluntarias, las transformaciones, deseadas. Incluso cuando se representa la humillación extrema, hay complicidad. Este es un mundo donde el consentimiento está implícito en el género mismo, donde el lector acepta las reglas del juego apenas entra.

Coq no se escuda en la alegoría ni en la ironía. No hay denuncia, no hay trauma. Solo hay fantasía pura, cruda y ritualizada, vestida de pseudociencia o burocracia, como en ‘Le Directeur’ o ‘La Secrétaire’,Mazsovitch’ es solo otro escenario de dominación, pero quizá el más simbólico de todos, donde el cuerpo se analiza, se somete y se transforma.

 

Atención +18

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