Guion:
Helen Mullane
Dibujo:
Tula Lotay
Color:
Dee Cunniffe
Año:
2024
Editorial:
Comixology Originals
IDI:
ESP
Descubrimos
el cómic Groupies un universo de rock
bañado en horror. La historia comienza en una noche salvaje en el Fox Club,
donde las chicas más guapas y alocadas de Sunset Strip conocen a una banda
emergente llamada The Moon Show, recién fichada por Asmodeus Records y la
velada termina con chispas en el aire y una atmósfera inundada de promesas
siniestras y presencias ocultas. En la
segunda entrega la historia se adentra más en personajes como Vera, cuya lucha
interna de celos hacia la líder Lisa y la desaparición de una compañera llamada
Amina amplían la tensión narrativa, revelando capas de misterio, rivalidad y
poder emocional.
Debemos
destacar el espectacular arte que se
puede describir como un sueño de drogas con slasher entre Halloween y Viernes
13 que se presenta como una pieza perturbadora y fascinante que mezcla horror
sobrenatural, psicodelia setentera y la crudeza del rock & roll. A través
del trazo envolvente de Tula Lotay y los colores vibrantes de Dee Cunniffe, la
obra nos arrastra a un universo donde el brillo del rock se funde con el
peligro, y donde las jóvenes groupies, ansiosas de notoriedad y experiencias
extremas, se convierten en las protagonistas absolutas de un viaje tan seductor
como destructivo. Mullane, en lugar de tratarlas como adornos secundarios,
decide otorgarles voz, perspectivas múltiples y una dimensión psicológica que
las aleja del simple estereotipo. Lo que en otros relatos habría sido un
escenario masculino donde las chicas orbitan alrededor de la banda, aquí se
transforma en un retrato coral de deseo, poder y vulnerabilidad.
El
fenómeno de las groupies hunde sus raíces en la cultura juvenil de los años
sesenta, cuando la euforia de la contracultura, la liberación sexual y el
ascenso del rock como religión laica dieron origen a una nueva forma de
fanatismo. Eran jóvenes que no solo seguían a las bandas por devoción musical,
sino que buscaban una fusión casi mística con sus ídolos. En un contexto donde
el sexo dejaba de ser tabú y se reivindicaba como expresión de libertad, muchas
groupies vieron en las giras, camerinos y fiestas una vía de acceso a un mundo
donde lo prohibido se volvía posible. Nombres como Pamela Des Barres, Bebe
Buell o Cynthia Plaster Caster pasaron a la historia no solo como acompañantes
de estrellas, sino como cronistas y protagonistas de un estilo de vida donde la
frontera entre admiración, deseo y autodestrucción se desdibujaba cada noche.
En
los setenta, la figura de la groupie se convirtió en mito y escándalo a partes
iguales. El periodismo sensacionalista las presentaba como símbolos de
decadencia, mientras que desde dentro de la escena musical eran vistas como
parte del ecosistema inevitable de la fama. Muchas ejercían un poder real,
influyendo en tendencias, alimentando leyendas y forjando la estética de una
época. Sin embargo, también había un reverso oscuro de explotación, desigualdad
de poder y dependencia emocional que siempre acababa en tragedia.
El
cómic de Mullane juega con esta dualidad y lo lleva a un terreno sobrenatural donde
el rock es un pacto con el diablo y las groupies so0n las intermediarias de
energías ocultas que utilizan el sexo como ritual de invocación. La historia logra
capturar la sensación de que lo que estaba en juego en aquellos años iba más
allá de la música y era una experiencia espiritual donde los cuerpos se volvían
territorios de culto oculto.
Hoy
el fenómeno de las groupies se presenta de manera distinta. La industria
musical ha cambiado, y con ella las dinámicas. Ahora las redes sociales
permiten un contacto directo entre artistas y fans, lo que diluye la idea de un
grupo reducido de seguidoras que viven físicamente en torno a una banda. El
término “groupie” incluso carga con un peso negativo, asociado a estigmas de
superficialidad o sumisión. Sin embargo, el espíritu de la devoción absoluta,
del deseo de estar cerca de los ídolos hasta fundirse con ellos, sigue
existiendo, aunque transformado en comunidades online, fandoms globales y
experiencias digitales que reemplazan las antiguas giras interminables y los
camerinos cerrados.
La
obra nos recuerda que aquellas chicas no eran meros apéndices de los músicos,
sino participantes de un fenómeno histórico donde la música, la sexualidad y la
necesidad de trascender se entrelazaban. Al mismo tiempo, plantea una reflexión
sobre lo que ha cambiado y lo que permanece, el deseo de pertenecer a algo más
y el precio que se paga perdiendo la propia identidad.
Además, el símbolo que cuelga de la palabra 'Groupies' en la portada es el glifo astrológico de Plutón. En astrología y esoterismo, Plutón se asocia con la transformación, el poder oculto, la destrucción y la regeneración. También está relacionado con lo subterráneo, lo prohibido y lo que renace después de la muerte.
En
este caso la mujer con el símbolo viste con un aire místico y contracultural,
en sintonía con la estética psicodélica y oscura del cómic.
Enlace
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