Autores: Alfonso Font, Pat
Mallet, Serre, Manel, Edika, Gotlib y otros
Años: de 1982 a 1992 aprox
Editorial: Norma
Revista satírica y erótica
de 44 números
IDI: ESP
Lo dice la primera
editorial, con una chica desnuda de Pepe González, estamos en el mejor de los
mundos posibles y cada mañana al levantarnos observamos la realidad que nos
rodea y todo da tanta pena que nos ponemos a reír para no llorar.
Así presentamos una revista
especial que arrancó siendo publicada por M. Díaz con el título CACHONDEO A
TOPE y tras tres números publicados la colección pasó a ser publicada por Norma
que mantendría la numeración pero cambió la cabecera por HUMOR A TOPE, en
cualquier caso siempre a TOPE con el humor del sexo unos cuadernos con páginas
interiores impresas en color y B/N por un precio asequible inicial de 175 ptas.
La
historia de Humor a Tope no puede entenderse sin
recordar la idea de mezclar sátira, erotismo y un humor descarnado. Tras unos
pocos números, y quizá consciente de que necesitaba un aire más atrevido y
reconocible, Norma rebautizó la cabecera como Humor A TOPE,
un título directo, casi un grito, que parecía anunciar a voces la desvergüenza
y la vocación de reírse de todo, empezando por las convenciones del sexo. El
primer número reunió a figuras de distinto destino, desde el francés Pat
Mallet, maestro del chiste gráfico rápido y punzante, hasta las páginas
fotográficas eróticas conocidas como Foto-Coña, un
experimento híbrido entre el desnudo ligero y la parodia, que dejaba claro que
la revista no iba a tener complejos.
Pronto
se sumaron nombres que serían clave no sólo para la revista, sino para el cómic
erótico-humorístico de la España liberada. Alfonso Font, con su trazo elegante
y su capacidad de combinar la aventura con el guiño irónico, aportaba un tono
casi sofisticado frente a la crudeza de otros. Jordi Bernet, curtido en la
tradición de la historieta popular, demostró que podía moverse con la misma
soltura en el terreno del erotismo descarado. Del otro lado de los Pirineos
llegaron autores como Serre, capaz de un humor gráfico corrosivo, heredero de
la tradición satírica francesa, y dos gigantes de la irreverencia como Edika y
Gotlib. Edika, con su humor absurdo, sexual y delirante, aportaba un aire de
libertinaje caótico mientras que Gotlib, fundador de L’Écho des Savanes, era prácticamente un símbolo del cómic
adulto europeo, y su presencia en la revista dotaba a la publicación de un
prestigio innegable. Incluso JAN apareció en sus páginas, mostrando que podía
alejarse de la historieta infantil-juvenil para explorar un humor más gamberro
y descarado.
Lo
que distinguió a Humor A TOPE fue precisamente esa mezcla entre el
humor gráfico tradicional y la experimentación erótica, entre el underground y
la sátira del gran público. Su acogida fue irregular, como suele suceder con
las publicaciones que se arriesgan, para algunos lectores jóvenes de la época
se convirtió en una ventana de libertad, donde el sexo se desmitificaba entre
carcajadas pero para otros, quedaba en el terreno de lo vulgar o lo excesivo.
Lo
más interesante, con la perspectiva del tiempo, es cómo la publicación ilustró
la relación entre sexo y humor. La risa se convirtió en un vehículo para
exorcizar décadas de represión moral y censura, y el erotismo servía para poner
en cuestión no sólo la rigidez sexual heredada del franquismo, sino también las
nuevas modas y libertades que se desplegaban en los bares, en el cine y en la
música de la época. El sexo no buscaba tanto excitar como ridiculizar,
exagerar, desnudar la hipocresía colectiva. Con el paso de los años se aprecia
que cumplió una función cultural muy concreta al abrir un espacio de risa
liberadora en un país que venía de décadas de censura, demostrando que el Sexo
a Tope podía ser tanto materia de deseo como de parodia.
Enlace
Humor a Tope (1al 5)
https://mega.nz/file/1jR00CYS#0lFvLBUclVLOHz3P_vAT4VuQ8-TwePCPaTkmxteT4c4
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