72 Seventy Two
Autor: Tanaka Naburu (Yuugai
Tosho Kikaku)
Año: 2013
Editorial: Shingeki comics
IDI: ESP
Y para terminar con esta
obsesión por lo nipón, nos atrevemos en última instancia con este hentai
extremo que produce dolor en los ojos y nauseas en el intestino delgado por el
destino perverso a que se enfrentan sus personajes.
De hecho no se trata de la
más aborrecible obra del autor, porque bajo otro pseudónimo también publica mangas
que traspasan la línea roja de lo sanamente permitido por las autoridades
sanitarias, centrándose básicamente en la violación y la tortura, sin márgenes
para la reflexión sobre la depravación. Pero eso es otra historia y aquí nos
vamos a centrar en estas ’72 horas’ de debacle moral.
Como es habitual poco
conocemos del autor Naburu, solamente sus publicaciones con un dibujo
abigarrado de viñetas que se rompen y se funden y confunden, con la sensación
de que bajo esos trazos de violencia con líneas cinéticas y kanjis japoneses se
esconden figuras y mensajes subliminales que excitan al lector.
Una vez más todo empieza en
una boda, donde irrumpen los ladrones que se convierten en verdugos y aprovechando
su posición de fuerza abusan sexualmente de los asistentes. Primero con la
monja a la que arrebatan virginidad y dignidad, después la novia obligada a cometer
incesto con su padre ante los invitados, y con la periodista que es violada
ante las cámaras a la vista de su marido.
Una historia siempre pensada
para expresar la máxima violencia y degradación de los personajes, con un
fetiche consagrado por el incesto obligado que pone los miembros al límite.
Actuación que se grava en video o directamente se emite en la televisión, para
forzar más la vergüenza de las víctimas de estos abusos indiscriminados y
gratuitos, tan propios de la pornografía.
Naburu tiene sus propios
fetiches, y de estos destacaría por su perversión el ahorcamiento de las víctimas
para provocar el apretamiento de vaginas en busca del mayor placer, o la
masturbación a través del ano explícitamente dibujado con planos quirúrgicos. En
cualquier caso dibujos de actos reprobables que se podrían evitar por vergüenza
ajena.
Tras el televisor o el video
robado, siempre se sugiere a un espectador que no deja de ser el propio lector,
acusándole de ser partícipe de esa situación, y sugiriendo que bajo la piel de
cualquier persona existe un monstruo atávico que disfruta con estas escenas del
‘origen del mundo’.
Perdonados por la
sublimación de la culpa a través de la ficción debemos preguntarnos por la
inmoralidad latente de nuestra sociedad y la suciedad de nuestra mente marcada por
la química de la lujuria.
Atención +18 y Totalmente NO
recomendable para nadie. Léase bajo su responsabilidad y examen de consciencia.
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